Por: Lic. Emma García Abello
Presidenta de Grupo PHE Consultores 3000 C.A
Coach Ontológico Empresarial
www.pheconsultores.com
Las mujeres en años anteriores se destacaron en el mundo en funciones de Estado. Un primer ejemplo fue Sirimavo Bandaranaike, en Sri Lanka, quien se convirtió en la primera mujer en ser electa primera ministro del mundo en 1960.
Seis años más tarde, Indira Ghandi tomaba el mando de la India, en 1966 hasta 1977 y desde el 14 de enero de 1980 hasta su asesinato el 31 de octubre de 1984.
En 1969, Golda Meir asumió como jefa de gobierno en Israel y como tal le tocó conducir las tropas israelíes durante la guerra del Yon Kipur contra los árabes, en 1973. En América latina tuvimos a María Estela Martínez de Perón (Isabel Peron) quien asumió la primera magistratura tras la muerte del Presidente Juan Domingo Perón por allá en 1974. En 1979, Margaret Thatcher se convirtió en la primera ministra del Reino Unido y la primera mujer electa en dirigir a las tropas británicas durante un conflicto armado, la Guerra de Malvinas, en 1982.
Y en otras naciones americanas fueron Lidia Gueiler, en Bolivia, en 1979; Violeta Chamorro, en Nicaragua; Ertha Pascal Troullot, en Haití, y la panameña Mireya Mosoco quienes asumieron la primera magistratura en los noventa.
A finales de 2006, Chile nombra a Michelle Bachelet como la primera mujer presidente de ese país.
En el 2007 fue electa Presidenta, Cristina Fernández de Kirchner y recientemente, este año 2010 Costa Rica nombró a Laura Chinchilla del Partido LiberaciónNacional.
El siglo pasado fue el de la lucha por los derechos de la mujer. Este sin duda es el siglo de las mujeres.
Esposas, madres y lideres, ¿Qué tienen en común?
Muchas de ellas han sido esposas y madres, y nos preguntamos ¿cómo harán para manejar semejantes empresas y de paso ser presidentas?
Indudablemente debe haber una entrega concertada y muy equilibrada sobre el trabajo. Obviamente ningún esposo de una presidenta le va a reclamar llegar tarde a casa o no estar a la hora de la cena. Por este lado sus vidas se salen fuera del común cotidiano.
Pero aparte de eso, deben tener una sensibilidad especial por las cosas sociales. Esta sensibilidad aunque puede ser característica del ser humano en general, está más afianzada en las mujeres por su condición misma de mujer, de madre protectora. Por ejemplo, Michelle Bachelet comentaba en su biografía narrada en Biography Channel que le partía el alma ver a un niño morir, hasta el punto de que se le quebraba la voz en plena entrevista. Por lo tanto se avocó de tal manera al mejoramiento de los centros asistenciales que Ricardo Lagos, el anterior y popular presidente de Chile, le pidió que se quedara con él en su administración.
La mujer tiene un sentido innato de protección y de servicio a los demás, pero sobre todo de concertación. Quizás más entrega a la hora de hacer las cosas bien y menos testosterona. La testosterona, hormona propia del género masculino, (las mujeres la producen en una cantidad mucho menor), ha demostrado ser a lo largo de la historia de la humanidad, un factor importante para el don de mando, pero también ha traído numerosos problemas. Los hombres son más entregados a la confrontación por su naturaleza y la idea del poder los vuelven locos y algunos hasta se vuelven dictadores. Insisto, no todos, sólo algunos. No se conoce aún algún caso de una mujer dictadora en el ámbito político que se haya mantenido en el poder por largos años. Puede serlo en su casa o en el trabajo y muchos varones que leerán este artículo estarán ya identificando al personaje y diciendo que su mujer, pareja, novia, amante, madre es una verdadera dictadora.
Si bien muchos hombres mandatarios tienen características excelentes, la mujer es en definitiva, un punto clave de reconciliación y adherencia. Ella unifica cuando su compromiso es total. Ella es la madre de la nación, como algunos se refirieran a la Bachelet, quien decidió a partir de una de las voluntades más férreas jamás vistas, perdonar y trabajar en equipo por su país.
Las mujeres no tienen que ser masculinas para ejercer la presidencia. Se puede hacer perfectamente desde la femineidad, eso sí, centrada. ¿Y qué es una femineidad centrada?
Una femineidad bien centrada
La mujer para muchos, tienden a ser en un principio, un poco caprichosa, inestable e incomprensible y esto es parte del eterno femenino. Podríamos decir que son las cosas que no ayudan en lo más mínimo a una presidencia. Pero, si unimos, el don de mando y liderazgo de la mujer, con su comprensión de las diferentes situaciones, su entrega, su encanto de seducción para lo que le interesa (la cosa pública), su firmeza y sentido de protección, sin duda alguna la suma de todo ello será apoteósica. Llegará un momento en la historia mundial que la proporción de hombres y mujeres presidentes será equiparable. Esto no les quita protagonismo a los hombres, pero si les plantea una mayor reflexión.
La mujer triunfa en cargos de altos compromisos porque es la voz suave pero firme, seguras de sí mismas pero cálidas, elegantes y bellas… ¡como siempre!
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