Hoy en día las empresas que se quieran mantener en el mercado y afrontando la globalización deben apuntar a ser empresas de alto desempeño. No puede ser de otra manera. Eso significa estar abiertas a importantes cambios estratégicos.
El cambio de la gerencia del miedo a la gerencia del conocimiento, es el factor básico del crecimiento y desarrollo organizacional, teoría expuesta por pensadores de la talla de Peter Drucker y Rafael Echeverría. Pero, ¿por dónde debe empezar ese cambio? o ¿quiénes serian los primeros candidatos? Yéndonos más a lo hondo: ¿en qué consiste ese cambio? Es aquí donde surge la palabra famosa que algunos hemos venido escuchado sin tener muy claro lo que es: “coaching”. Pero, ¿qué es y para qué se necesita el coaching en las empresas? Entendiendo el concepto entenderemos la necesidad. En este artículo hablaremos de coaching ontológico. Para eso vamos aclarar diferentes conceptos.
El coaching ontológico es una disciplina profesional emergente de asistencia a las personas (individuales o grupales) para que ellas puedan conseguir resultados, los cuales sin la intervención de un coach (el que realiza el coaching), no podrían lograr por si solas. Ontológico se refiere al “ser y lo que significa el ser humano y se basa en la tesis de que todo fenómeno social es un fenómeno lingüístico”. Por lo tanto el coaching ontológico pone especial atención en la manera como nos comunicamos y como nos expresamos a partir del lenguaje. Pero por razones de espacio vamos a ver este concepto muy brevemente. El coaching no enseña, ni dirige, ni aconseja, pues le hace ver a las personas su propia potencialidad. Esta es la principal diferencia con otras disciplinas.
El coaching nace de una base filosófica y científica, de la mano de trabajos de Heidegger, Austin, Searle, Flores, Spinoza, Maturana, y Echeverría entre otros. Los seres humanos obtenemos resultados dependiendo de las acciones que tomamos y las acciones que tomamos están íntimamente relacionadas con la manera en que nos observamos a nosotros mismos y observamos el mundo. Por lo tanto, la interpretación del mundo que nos rodea determinará nuestras acciones y la acción genera ser. Esto es corresponde al segundo principio ontológico que dice: “No solo actuamos de acuerdo a como somos, también somos de acuerdo a como actuamos”.
Nuestras acciones no solo relevan cómo somos, sino que nos permiten transformarnos, ser diferentes. De esta manera, si no estamos satisfechos con los resultados que obtenemos en un área específica de nuestra vida, tenemos la oportunidad de cambiar la interpretación de las circunstancias que nos rodea, para generar nuevas y mejores acciones con resultados más prometedores. Por lo tanto el coaching trabaja fundamentalmente en el dominio del ser, produciendo cambios en el tipo de observador que es la persona.
Este tipo de cambio, llamado cambio transformacional produce lo que se llama “aprendizaje”. Aprendemos en la medida en que somos capaces de afrontar nuevos retos, asegurando la viabilidad y la expansión de las posibilidades de éxito ya sea esta un individuo o una organización.
La relación del coaching con las empresas es que estas son simplemente redes de personas conversando unas con otras para llevar a cabo los objetivos empresariales y actuando en sus respectivos entornos. Las organizaciones no actúan por si solas, sus acciones son la expresión de las acciones individuales de sus miembros. Por lo tanto, si deseamos producir aprendizajes en la organización, éste deberá necesariamente traducirse en cambios en las acciones de los miembros de la organización. Si los jefes, directivos y el personal cambian el observador que son, el cambio se hará notar en la gestión emprendida. Si estos pueden entender que a sus subordinados se les puede otorgar “autonomía y consideración” (gerencia del conocimiento) en vez de temor y castigo (gerencia del miedo), pudiendo así delegar, la historia sería otra. Lo mismo seria para los subordinados quienes si logran, comprender que su jefe “no es su enemigo” muy probablemente el trabajo saldrá con más fluidez y más confianza haciéndose más agradable la labor en el trabajo. He aquí ejemplos de cambios de los diferentes tipos de gerencias Por supuesto aquí tiene que haber una mística y comprometida profesión de cambio.
El ejecutor del coaching es lo que llamamos un “coach”. Un coach es una persona calificada y certificada capaz de hacerle ver a las personas y empresas sus áreas de dificultades y trabas para que éstas, en base a nuevas interpretaciones de los hechos, generen nuevas intervenciones (acciones y opciones), y puedan a su vez llevar a cabalidad lo propuesto, desde metas personales hasta objetivos empresariales. Para eso el coach utiliza el lenguaje (verbal y corporal) como base para su trabajo. El hablar y escuchar del coach son un factor determinante en la relación entre ambos y en la efectividad para los logros de la persona.
El papel del coaching en la empresa
Según Rafael Echeverría, el coaching es una alternativa importante para promover el aprendizaje dentro de la organización. Se hace cargo de manera específica de uno de los problemas que limitan el aprendizaje individual, es decir, las barreras que le impone al aprendizaje el tipo de observador que es cada individuo.
Siguiendo con las mismas ideas de este autor, la figura del coach empresarial tiene que surgir como respuesta a los cambios actuales y su función dentro de las organizaciones será identificar y disolver las barreras que tanto obstruyen los procesos de aprendizaje, declarando insuficiencias y quiebres en sus desempeños, fijando nuevas metas, disolviendo cualquier traba que pueda resentir la posibilidad de desempeños superiores.
En conclusión, las competencias del coaching requieren ser incorporadas como parte integrante de las competencias directivas, como única manera de apuntar como dijimos al principio a ser “empresas de alto desempeño”.
Lic. Emma Garcia Abelló
Universidad Simon Bolívar
Coach Ontológico Empresarial, Newfield Consulting
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martes, 1 de junio de 2010
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